Exiliado en París desde hacía más de cincuenta años, el deceso de un grande entre los grandes es la ocasión para que la ensayista Ivonne Bordelois recuerde instantes –que son estancias– del poeta que supo encontrar la frescura en una lengua que, escuchada y bien leída, es siempre un monumento de esplendores.
Contenido extraido de: http://ift.tt/1v9Qckf