Sin más guía que la de ese arqueólogo diletante italiano que fue Angelo Maria Ripellino (1923-1978), el escritor argentino Edgardo Cozarinsky explora la ciudad por la que supieron transitar Franz Kafka y Bohumil Hrabal, entre otros tantos célebres escritores y artistas checos que, a su modo, rindieron tributo a la ciudad dorada. Y que aloja –no podía ser menos– un museo que atesora las sombras de aquellos que lo visitan.
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