La edición catalana de uno de nuestros clásicos más entrañables y purulentos suscitó cruces y lecturas erradas. Para el crítico español Ignacio Echevarría, “El fiord” resulta un desatino y un producto de exclusivo consumo para argentinos, razón por la cual Ricardo Strafacce contraataca y reivindica, en este artículo, el ritmo y la cadencia de las oraciones de Osvaldo Lamborghini, alguien que supo encontrar la belleza en medio de un entorno inmundo.
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