MUSICA
Escucharlas es como entrar en un sueño largo. Son músicas que cuelgan, que abstraen, que se cuelan en otros mundos –imaginarios o no–, que descansan tensiones, que trasladan. Es como estar en la Luna. O solos y de noche, en la Ciudad Vieja. O frente a quien las concibió: Eduardo Mateo. Pero el contexto es otro –la Sala Siranush, de Palermo– y...
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