MUSICA
Un amigo de Orense me recomendó oír a un acordeonista. "Mandame un disco", le dije. "Es que no tiene ninguno...", contestó. Todo terminó en que mi amigo le pasó mi teléfono al acordeonista, diciéndole que me llamara. Un domingo por la mañanita, atiendo y escucho: "Buenos días, señor Nebbia, soy Ildo...
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